Cuando las radiaciones solares llegan a la superficie terrestre, calientan los océanos y los continentes. El aire que está en contacto con el agua o la tierra se calienta, se hace menos denso y asciende. Al subir, deja un vacío en la superficie que es llenado por un aire más frío. Así se forma el viento. El aire tiene, pues, dos tipos de movimientos: • Movimientos verticales: el aire caliente, menos denso, asciende (zona de baja presión o borrasca). El frío, más denso, desciende (zona de alta presión o anticiclón). • Movimientos horizontales: son los vientos. El aire se desplaza para ocupar los huecos dejados por el que ha subido o bajado. Los movimientos horizontales y verticales están conectados formando corrientes de convección. En general, en la Tierra, los vientos superficiales van de los polos al ecuador y los de altura en dirección contraria. Sin embargo, la rotación terrestre y otros factores crean varias células de convección. Este movimiento del aire equilibra en parte la diferencia de temperaturas entre las zonas polares y ecuatoriales, repartiendo el calor por el planeta.